Tu felicidad vale 2 pesos

Sylvia Robbins se acerca, me invita un trago, me sonríe; es un trago fuerte, demasiado, pero lo tomo, ella insiste en acercarse, parpadea, se ve hermosa, se ruboriza ante mis comentarios tímidos, secos y sin razón sobre la bellezas raras. Mi comentario es tan intrascendente que ella sólo me ve con ojos de "poder" sobre mi, la verdad no importa, ésta vez no estás en mi pensamiento y realmente ésta vez debe de ser así.

Mi melancolía vale 3 pesos, pero 2 pesos vale tu sinceridad, es lo mismo, la diferencia de 1 peso es sólo simbólica. He tirado miles de pesos en alcohol, realmente se siente muy bien, demasiado, la vida conmigo no es cómoda, estable y sobre todo, feliz. Pero qué importa si la felicidad es algo que vale menos que 3 pesos, esa es mi fe, es por eso que en este momento no traigo 1 peso en la bolsa, qué ruin.

Sigo en la barra esperando a que Sylvia Robbins se vaya, pero insiste, es de las duras, de las que en algún momento pudieron hacerme feliz, pero ahora soy más miserable. Es por eso que tu vida, tu mirada, tus acciones, tu falsas declaraciones, tus remordimientos sobre mi, que sé que no valen más que un peso, es lo único que me podría sacar del hoyo en el que me encuentro, lo sé, eso es muy ruin y muy bajo, pero mis expectativas últimamente no han estado muy elevadas o más bien creo nunca.

Sylvia Robbins, ahhhh terca, aléjate, no esperes una sonrisa de mi parte, no esperes que mis buenos modales salgan, mi cordialidad, mi ternura, mis nervios por tenerte cerca, mis acciones de caballero, mis malos chistes, mis cosas que alguna vez me hicieron sentirme interesante, salgan, te atrapen, capten tus sentidos, tus pensamientos, tus sentimientos y todo, absolutamente todo, para poder llevarte a la cama.