Wednesday, October 12, 2011

Las peripecias de la vida de escritor

Hey tú, el que le está viendo el culo a la de enfrente- escucho un grito dirigiéndose a mí.

¿Yo o el de lado?- pregunto

Tú, te hablan en la oficina principal, tienes que ir- finaliza el tipo gritón y sigue en su tecleo constante.Yo sé que está tratando de arreglar un acostón con la practicante nueva, pero él es un comemierda que nunca acepta lo ordinario de ser un oficinista.

Me paro y al pasar por el pasillo que me lleva hasta la escalera, analizo a cada quien, todos hacen de todo para no trabajar, unos preguntándose sobre qué tipo de letra poner en su messenger, otros buscan el nuevo fondo de su tuiter, una dama trata de encontrar frases de superación personal para poner en su mensaje de estado.

Al llegar a la oficina principal, me espera un tipo al que nunca en mi vida he visto, amable me invita a tomar asiento, yo acepto y me acomodo mientras veo su poca coordinación para operar una computadora y una calculadora a la vez, se da cuenta de que lo observo y me dice:

Soy lento para operar estas máquinas.

Me limito a sonreír, presiento de que va el asunto pero no me adelanto en nada, saco un cigarro y lo prendo, en una situación normal eso significaría un suicidio laboral, pero yo ya sé de que va el asunto y prefiero hacerme el zopenco con eso.

Bien, ahora si, sabes por qué estás aquí- el lento me cuestiona.

Sí- prendo el cigarro, cruzo la pierna, fumo, sonrío y saco el humo- aunque tú no lo hayas dicho, sé muy bien por que estoy aquí, no podría ser otra cosa, es algo normal, lo comprendo, está bien, no pasa nada.

Él, sorprendido, me observa mientras fumo y me pregunta: ¿Sabe que aquí no se puede fumar?

Contesto: Sí lo sé, tampoco aquí se puede ver pornografía, masturbarse gradualmente, andar en pijama, dormir la mayor parte del tiempo, tener intensas platicas vía chat y profanar el nombre de dios, lo sé lo tengo entendido.

Ya no tan sorprendido, el lento se agacha por una alcancía y saca unos cuantos billetes. Me los ofrece, los tomo y los cuento, los vuelvo a contar y fumo un poco más.

En la última fumada digo: Está bien, me fue bien, no me quejo, bueno algún día tenía que pasar, fíjate que tengo algunos últimos tormentos: no sé si decirle a esa secretaria del cubículo dos sobre su buen culo y su pésima ortografía, pero es que siempre sus desayunos han sido mejores que los míos que podría ofenderse, pero en fin, soy escritor  no cómico.

El lento me da la mano y me dice "suerte" pero yo lo veo con ganas de preguntarme algo sin atreverse, entonces empujo a su timidez y le digo "venga suéltala".

Él dice: te dices escritor, pero en realidad lo haces muy mal, tienes un uso limitado del lenguaje, estás hecho mierda, siempre hueles mal y escribes sobre mujeres que no existen, no me vengas con ese discurso de que eres escritor, te contratamos para que escribieras frases celebres para las redes sociales y nunca tuviste más de 5 retuiteadas por frase, eres pésimo amigo, tienes que echarle ganas, por eso ahora estás fuera.

Claro, si eres un escritor y te dicen que no eres escritor, es algo muy hiriente, pero para un subnormal como yo es algo normal que te lo echen en cara, así que si eres un escritor sin pertenecer a alguna corriente está bien, hasta cierto punto puede tomarse como un halago.

No hago uso de mi derecho de réplica y parto como buen cobarde sin pelear en esta batalla. Pero antes de abandonar por completo la oficina principal suelto un discurso al aire "Bob Dylan nunca fue para gente exitosa, no sé por qué les gusta tanto, gente aburrida y absurda. Mis libros tendrán una pequeña biografía en donde se describa lo mucho que aborrecí trabajar y eso me hará inmortal, así que métanse por el culo a Bob Dylan que lo mío es algún día tratar de ver a Myles Cyrus desnuda."

Me arreglo la chaqueta y parto hacia algún lugar donde vendan alcohol, tengo que mandarle algo a mi agente, que espero no sea demasiado tarde.

Monday, October 10, 2011

No me preocupa tu rechazo hacia mí,

soy como el tipo ese que se encuentra en un bar

borracho y se pone de impertinente,

se consigue meter en algún lío con alguien superior a él en fuerza,

salen a la calle, captan toda la atención del público,

el borracho prepara su mejor , y tal vez, único golpe

pero al darlo falla y de ahí todo se viene abajo,

lo golpean brutalmente pero resiste y se vuelve a levantar,

de nuevo cae al suelo producto de un puñetazo en cara,

pero se vuelve a levantar,

es lamentable el espectáculo,

ni si quiera supo cómo contestar esos golpes,

la gente se va y el vencedor mejor decide parar la pelea,

el borracho insiste en seguir peleando,

realmente lamentable, insisto

el vencedor entra de nuevo al bar

y el borracho al tratarse de limpiar la cara sólo logra expandirla en su cara ,

más lamentable todavía,

trata de entrar al bar, pero ahora el de seguridad se lo impide,

el borracho insiste y lo vuelven a golpear,

sigue siendo lamentable,

el borracho queda tumbado en la calle y trata de buscar algún cigarro en su bolsa,

izquierda, derecha, no hay nada,

ahora parte hacia la avenida principal cerca del bar,

lamentable,

 la gente sólo espera a que nadie lo atropelle y vuelve a su ritmo habitual de vida dentro del bar.


Sólo espero que  me quede sin trabajo de nuevo, para viajar sin dinero por el país y así escribir algo decente para mi agente en problemas.

Sunday, October 09, 2011

Carta de mi agente, creo en no muy buena situación.

Querido tú, el del otro lado del papel:

Ahora que vuelves al punto medio,

puedes ver de lejos lo sonriente, estúpido y no serio de los problemas de todo mundo,

solías comprar cajetillas de cigarro de a montón y beberte todo el alcohol posible

todo para consumir alguna angustia pero sólo la avivabas más.

Ahora, recuerdas tu época de triunfos

y tratas de revivirla atado a sólo dos palabras,

te hacen sentir de maravilla, mírate, ahora luces radiante.


Ya que estás en esa posición,

ahora busca la grandeza,

no seas terrenal, no te ates a cosas de la vida diaria para conseguir bienestar,

sólo con una cosa podrías estar mejor que ahora

y la tienes que hacer,

 por cierto,

¿Ya me tienes algo para este día de muertos?


Aquí unas recomendaciones,

ve a la calle de las prostitutas esas, te levantarán el ánimo

regresa a casa y préparate dos Gin Tonic, no más

pon algún disco que te recuerde a tu madre

no necesitas probar unos cuantos labios para estar bien

tampoco necesitas "el contacto" que te ofrecen las compañías telefónicas,

encíérrate en esas cuatro paredes, vuélvete loco, que el mundo allá afuera haga lo que quiera

la caja de cigarros está dispuesta a que dispongas de ella en cualquier momento

no te distraigas con recuerdos, cuando quieras métete en las cobijas.


Ahora, por favor, escribe algo y sácanos de éste apuro,

que la mafia siciliana espera en la puerta para sacarme datos de tu ubicación,

habrá un punto en el que no pueda mentir,

así que escribe y paga tus deudas.

Thursday, October 06, 2011

Nostradamus probó crack y le gustó

La profecías se cumplen,

los Tigres de Detroit echan a los Yankees,

mi casa se ahoga,

todo se va a la mierda,

todo,

venga nena, 

todo se fue,

mis discos con los que conquisté varias tierras vírgenes,

se fueron, se ahogaron, se destruyeron.


Las profecías se cumplen,

los Tigres por fin ganan a los Yankees,

que buena puta buena noticia,

por fin los Tigres ganan y a los Yankees.


Todo se va por ese orificio negro,

que nos den por el culo a todos,

los Tigres vencieron, derrotaron, apabullaron,

mis discos se fueron, se ahogaron, murieron, fallaron

y

si las profecías se cumplen: 


¿A qué hora tú vas regresar?


Saturday, October 01, 2011

El gran problema

Me encontraba acostado en cama, eran más de las 3 de la tarde, intenté prender un cigarro pero la caja estaba vacía por lo que tuve que ejercer todo mi esfuerzo para ir a la tienda y tomar esa cajetilla que podría salvar mi tarde, así soy de terrenal. A la mitad del camino me di cuenta que no tenía nada de efectivo, revisé mi cartera y sólo se asomaba una tarjeta de crédito, estaba en la banca rota ya que nadie quería publicar mi novela de nombre "Oh Satanás qué ganas tengo de verte", era buena, realmente buena, pero así son las cosas, sobretodo cuando mi familia católica había usado todo su poder en el clérigo para que me cerraran las puertas en casi todas las editoriales del país, tampoco soy tan importante, en las que estaban fuera del alcance de toda percepción religiosa no la querían, simplemente la botaban.

Decidí caminar unas cuadras más para llegar al supermercado, ya que en las tiendas de los mortales no me iban aceptar la tarjeta de crédito mucho menos si ya era cliente frecuente de la sección de "aquí se fía poco". Llegué a la caja registradora, tomé la caja de esos Delicados catalogados como "super héroes" por mí, la señorita que me atendió era guapa, muy guapa, peliroja de a fuerzas pero con una piernas bien definidas, claro, sus ojos ni que decir. Me preguntó si encontré todo lo que buscaba, no contesté, ella seguía haciendo su trabajo y claro, yo le seguía viendo las piernas, me pidió que le pagara, saqué mi tarjeta de crédito y en un abrir y cerrar de ojos me pidió mi firma, puse mi nombre y al observar ella que así yo firmaba se le formó una ligera sonrisa en el rostro, yo seguía admirando sus piernas pero ella sólo me dijo "adiós", claro todas son iguales.

Atontado todavía por la sonrisa de la peliroja, me puse a pensar sobre la causa de su risa, todo iba bien hasta que  "o dios" "o por dios" "maldita sea" "no puede ser" "maldita sea mil veces más" "maldita seaaa". Así es, un escritor, a lo que yo aspiraba a ser, debía de tener algo que lo distinguiera aparte de su forma de escribir, algo que todo mundo le iba a pedir cuando su novela ya fuera un éxito, algo con lo que podía conquistar mujeres y robarle sonrisas: una estúpida firma.

Cómo no lo planeé, cómo fui tan tonto, 35 años y yo sin firma, pero es que nunca me enseñaron a hacer una, siempre he firmado con mi nombre, pero sería algo muy corriente si mis novelas las firmara con mi estúpido nombre,  maldita sea no tengo imaginación en este momento para crear una firma, son muy complicadas, las veces que lo intenté siempre reían de mí, no me puede estar pasando esto a mí - me repetía a mí mismo - pero tiempo después afirmé: yo seré un gran escritor sin firma, está decidido, algo tendré que hacer, eso es lo menos indispensable en un escritor, no me importa si no logro coleccionar bragas de mis lectoras, no crearé una firma, está decidido.

Y así transcurrió toda mi tarde, entre el debate sobre si iba la firma o no, esto me estaba provocando un fuerte dolor de cabeza y traté de meterme en cobijas para olvidar el asunto pero fue imposible, no tenía otra opción o creaba una firma o fingía demencia.

Decidí salir de casa a buscar algo que me hiciera olvidar el trago amargo- "no tengo firma, soy un fracaso"- me lo repetía a cada rato, no tenía nada más que agregar, lo pensaba y no decía nada, no argumentaba nada, no había una discusión interna en mí. Llegué a un restaurante  y pedí una carne asada con tres nopales y unos frijoles, nada mejor que eso para distraerme del gran problema que tenía, terminé y pedí una cerveza al mismo tiempo que pedía la cuenta. La mesera, una señora de carácter fuerte y brazos enormes, se acercó y me dijo "son 150 pesos", asentí con la cabeza y saqué mi tarjeta de crédito, ella realizó todos los trámites para el cobro, llegó con un papel , e igual que la peliroja, me dijo "Firme aquí".

Al momento de decirlo, saqué un cigarro, lo coloqué en mi boca sin prenderlo y realicé gesto de molestia ante la cuenta, claro mi plan era ser fuerte para que la mesera no riera sobre mi estilo de firma. Firmé, el mismo puto nombre durante toda mi vida. Lo tenía cubierto, firmar como si me molestara hacerlo, era todo, eso lo aplicaría al momento de firmar mis novelas, claro, lo tenía, era un gran plan, nadie me cuestionaría, nadie se burlaría, sólo tendrían miedo de pedirme alguna firma, una victoria más para mí.

Pero cuando uno está destinado a perder ni aunque le repitan mil veces un partido de beisbol.

La mesera al comparar mi firma con la plasmada en el plástico de crédito, me observó y con una ligera sonrisa dijo:

"Sabes, firmas como adolescente retardado"

No dije nada, me paré sin dejar propina y salí del lugar. Al hacerlo sólo prendí el cigarro y pensé "claro, seré un imbécil toda mi vida, un escritor, pero eso no me quita ni me quitará lo imbécil".