Sunday, April 22, 2012

perro que alcanza su cola

A veces qusiera vencer a las ratas que hurgan en mis sueños,
sorprenderlas en pleno acto sexual y asesinarlas sin piedad y sin remordimiento,
sobre todo busco a las que han mordido las entrañas de mi alma
y han arrancado de mi ser parte de tu olvido.

A veces, en esta época de Dios enfermo,
suelo imitar el canto de un ganso con el fin de distraerme de tus encantos,
que se han vuelto parte de una tortura
a la que no le veo fin desde hace tiempo y trato de apaciguarla
bebiendo sangre de poeta en la barra de cada bar
pero ante intentos inútiles
el canto de pato (o de ganso, qué sé yo)
se convierte en la cosa más triste que este soso intento de poeta adopta como su pasatiempo no favorito y más necesario.

A veces, me mantengo lejos de lo que me recuerda a ti,
iluso de mí pienso que así sorprenderé a tu aura y todo volverá a ser como antes,
pero nada es como antes y el ahora me asfixia tanto,
que un día de estos,
en un pasaje de ausencia puede que acepte la invitación de la mala suerte,
me arrodille ante sus piernas
y de ti ni el santo recuerdo de lo alegre aparecerá por mi ventana.

Por penúltimo:

A veces, busco un cuchillo para cicatrizarme una sonrisa parecida a la de una yena,
o que mejor a la de un payaso,
embriagado por la desilusión pero que toma con ánimo las incoherencias del destino y actua con crueldad en intentos de ataques hacia él
una imagen parecida a la de un guasón,
exacto,
busco un guasón en el espejo para tomar con humor la maldad de tus desprecios






del punto final ni hablamos

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