Friday, August 08, 2014

Otra vez en el infierno




"Otra vez en el infierno, otra vez en el infierno, otra vez en el infierno..."

Y así, no paraba de repetir: estaba seguro que me iban a despedir. Estuve nervioso toda la pinche noche; mi jefa me habló en la tarde del domingo para decirme que quería hablar conmigo personalmente y que me presentara en la redacción al otro día, acción que ya no hacía con regularidad: los lunes me vencía la resaca y prefería trabajar desde casa.
"Valió pito", pensé. Esa noche no dormí, me sentía triste, paranoico, sabía que ya había valido madre. Pensaba: otra vez sin trabajo y ahora sin un pinche quinto, no ahorré nada. Dos años trabajando sin parar, con un sueldo decente y ahora ya me quedé otra vez en ceros.
Con trabajos ya me estaba quedando dormido cuando de repente me llegó un mensaje a mi celular. Era mi novia: "No te preocupes, estaremos juntos en las buenas y en las malas". Son esos consuelos que por más que quieras tomarles sentido no puedes, no quieres, te valen madre.
Temblabla de los nervios, cigarro tras cigarro. Una derrota más para mí - pensé-, ni modo. La vida es así, no estoy manco, andaré por ahí otra vez mendigando amistades, amores, dando lástima, soportando el regaño de mis padres, haciéndole al menso para obtener un trabajo.
Pero la noche pasó y sin tantas ganas me levanté de la cama, me lavé la cara, hice lo que corresponde a mi trabajo en la mañana y me metí a bañar. Era un manojo de nervios, no quería que me despidieran y que mis compañeros vieran mi derrota, no lo quería, prefería un despido por teléfono, así no tengo que verle la cara a nadie.
Llegué a la redacción, mi jefa estaba hablando por teléfono, yo saludé a todos de una forma normal. Una semana antes me habían confirmado un viaje a Mérida para cubrir un foro de microfinanzas, yo estaba por demás excitado con la idea de entrevistar al Yunus, el padre de las microfinanzas; pero con mi presentimiento, sabía que ya había valido ese sueño.
Salió mi jefa de la oficina y dijo en tono serio: Voy a comer, ahorita hablo contigo. Eso me tranquilizó un poco aunque la idea del despido seguía latente. "No puede ser tan culera mi jefa, la semana pasada la cubrí porque se murió su papá. Sería muy culero que me despidiera después de ese gesto noble que hice"- pensé.
Ella salió de la redacción a comer y yo estaba más serio que nunca, hasta que una compañera dijo: Yo te lo voy a adelantar, te van a subir de puesto, te darán la fuente más codiciada del periódico. Quedé inerte, no supe qué decir, no quería dejar mi fuente, las microfinanzas me gustan mucho, no quiero cubrir otra cosa. "Ah gracias" -dije. Me volteé hacia el monitor de mi computadora y empecé a escribir la nota del día.
Cuando mi jefa llegó habló conmigo, me dijo los términos y condiciones de la nueva fuente, me dijo lo que esperaba de mí, lo que quiere que se haga con la fuente, cómo se cubrirá, los obstáculos a los que me iba a enfrentar, todo.
Recibí la noticia por parte de mi jefa, pero no me dio mucha sorpresa, puesto que ya se le habían adelantado a la noticia. Fingí cara de sorprendido, pero no me salió, ja, se dio cuenta pero no hizo mucho caso.
Salí de su oficina y me puse a trabajar. NO sabía qué hacer. Le hablé a mi novia y me felicitó.
En realidad no quería esa fuente, no quiero esa fuente, es la más culera de todas; reporteros que se sienten divos, mucha vanidad, mucha hipocresía, no lo quiero, no.
En fin, salí de la redacción en la noche y me metí a un bar, pedí una cerveza. Mientras me la tomaba sólo me en mi mente cabeza rondaba un pensamiento: "Otra vez en el infierno, otra vez en el infierno, otra vez en el infierno..."

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